Cuando uno pasa por el pregrado, sobre todo en los primeros ciclos de la universidad, es común que se perciba la investigación como un gigante frente a un yo diminuto e inerme. Esta idea la notée cuando conversaba con uno de mis compañeros de Estudios Generales de Letras y la compartía en cierta medida. Ahora que estoy en el lado opuesto de la tribuna (como egresado y jefe de prácticas) ha cambiado esa percepción; sin embargo, sigo sospechando que aún está presente en algunxs estudiantes. Persiste la idea de que investigar es solamente para profes que llevan años enseñando, para teóricos duros y puros. Una idea que refleja cierta resistencia frente a la investigación, una idea que la aleja de la cotidianidad de lxs estudiantes, como algo que solo pueden hacer los académicos senior. Una expresión de este mismo compañero de facultad ilustra mejor el panorama de lo que sienten (o alguna vez sentimos) lxs estudiantes en nuestros primeros intentos por investigar: “Nosotros solo somos simples mortales”.
¿Pero cómo los investigadores duros y puros, los “no mortales” llegaron a tal lugar? ¿No habrán pasado, más bien, por el mismo proceso que estamos pasando nosotros? Considero que el/la investigador(a) no nace sabiendo investigar. Que como muchas otras habilidades que desarrollamos a lo largo de nuestra vida, se aprenden en la cancha. Ciertamente podrían ser muchos los factores que alimentan esa percepción sobre la investigación académica como alejada de nuestra labor cotidiana; sin embargo, desde mi experiencia personal, pienso que esta percepción tiene mucho que ver con la forma en cómo nos han educado o cómo nos hemos autoeducado para afrontarla.
Regresando a mis primeros pasos como estudiante, tenía la idea de investigar como una tarea a la que podría no poner mucha atención, evadir o pasar piola en mis años de pregrado, y no tanto como un proceso necesario y natural en casi todas las tareas que uno realiza en la universidad y en el ámbito laboral, como, por ejemplo: desde ver un documental sobre la reforma agraria en el Perú hasta investigar a través de encuestas a tu público objetivo para llevar a cabo una campaña social en tu chamba. En efecto, con el paso del tiempo noté que casi todo el tiempo estamos entrenando en investigar y que forma parte de nuestras acciones cotidianas. Además noté que esta tarea no necesariamente se da en un círculo de eruditos y que tampoco tiene que ser rígida, ceremoniosa o aburrida, sino que hasta puede llegar a ser cautivante si nos aproximamos a ella con nuestros propios aciertos y carencias, con nuestros propios lenguaje, códigos y formas que nos permitan conectar mejor con lo que queremos estudiar.
Años más tarde, luego de pasar por cursos de investigación en la facultad, en mi aventura de culminar la tesis y durante mi paso por Comunica Investiga Lab fui superando esta percepción casi estereotipada que me hacía pensar que la investigación se limitaba solo a una comunidad de ratones de biblioteca metódicos y estrictos. Durante esa aventura, además, fui destrabando otras ideas que salían a la luz sobre el proceso de investigar: concebirla como un proceso lineal y en solitario.
Con respecto a la primera, a veces tenía la idea de que la investigación era un proceso lineal en el sentido que empiezas, sigues tu plan, cronograma o ruta de trabajo al pie de la letra y se acabó; sin embargo, la investigación resulta ser un proceso iterativo, de ir y venir en el camino, de dar cierta flexibilidad a cada paso que compone tu proceso de investigación para mejorarlo. Con respecto a la segunda, me fui dando cuenta de que, si bien el proceso de investigar (o por lo menos el de hacer una tesis) suele ser en gran parte un trabajo solitario, en otros momentos también implica un trabajo colectivo, ya sea al momento de contrastar tus avances con tus colegas o en el intercambio que experimentas al entablar diálogo con las personas que forman parte de tu público objetivo. Este aspecto me resulta sumamente enriquecedor, ya que de primera mano interactúas e intercambias ideas con personas que tienen una perspectiva distinta y que podría enriquecer el tema que estás investigando.
Es importante no perder de vista que esta tarea implica cierto tipo de cuidado, cierta sistematicidad y orden.; Es un proceso que requiere técnica para proceder bajo los estándares de la producción científica; sin embargo, esto no significa que el proceso tenga que ser tedioso, aburrido o en solitario (por lo menos no todo el tiempo). Tampoco es un espacio asignado solo a exponentes de la vida académica, sino que es un trabajo del día a día que se va mejorando y desarrollando a lo largo del tiempo.
En suma, considero que es importante saber que hay otras formas de aproximarse a la investigación y ponerlas en práctica, de generar nuevos círculos de investigación con metodologías menos rígidas que nos ayuden a entender que se puede investigar de diferentes maneras y de formas creativas. En ese sentido, darme la oportunidad de entrar a Comunica Investiga Lab u otros espacios de investigación no-convencional, alternativos (o como se les quiera llamar) esto es: con un formato más espontáneo y próximo a lxs estudiantes, me ha permitido reconfigurar algunas ideas y superar mitos que no necesariamente nutrían mis habilidades investigativas.
Creo que es valioso que todxs nosotrxs en algún momento podamos darnos la oportunidad de autoeducarnos, de pertenecer a círculos y espacios que nos permitan aproximarnos a la investigación de forma más amigable y abriendo nuevas posibilidades de entender(nos) y conectar con nuestros temas de interés.