Comunica Investiga Lab

Cómo llegué a aprender/enseñar investigación en comunicaciones

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Como muchos estudiantes de los últimos años de colegio, no estaba muy segura qué estudiar en aquel entonces. Me iba bien en todos los cursos, sean de ciencias o de letras, y probablemente fue por la influencia de algunas personas cercanas a mi entorno (mis profesores de matemáticas y biología, mi padre ingeniero y mi hermano mayor médico) que decidí optar por las ciencias y terminé estudiando biología en la Universidad Cayetano Heredia. 

Esos primeros años universitarios me abrieron un universo de conocimiento pluridisciplinar, pues además de los cursos de especialidad (bioquímica, genética, botánica, ecología, etc.), llevé cursos de filosofía, arqueología, antropología y literatura, con excelentes profesores que estimularon mi interés por relacionar diferentes campos del conocimiento. 

Terminé el bachillerato e hice mis prácticas profesionales en un laboratorio de genética realizando electroforesis (una técnica que consiste en la separación de las moléculas de ADN, ARN o proteínas por su tamaño carga eléctrica y permite identificar características genéticas particulares) con muestras de sangre de caballos de carrera para determinar la “pureza” genética de los caballos. Como asistente de investigación, me tocó la parte operativa de repetir una y otra vez las electroforesis.

Esta experiencia me permitió aprender que una investigación en laboratorio requería de paciencia, constancia y disciplina. En ese momento me pareció un trabajo muy rutinario y me pregunté si lo mío sería trabajar en un laboratorio. Me sentía más cómoda estudiando y reflexionando creativamente, que “haciendo lo mismo” una y otra vez. 

Entonces, me animé a dar un giro radical en mi formación académica y estudié Filosofía en la PUCP. Otro universo de conocimiento se abrió ante mí. El curso que más me motivó fue filosofía del lenguaje, comprender que nuestra realidad es una construcción simbólica rompió el paradigma positivista científico con el que me había formado. Creció mi interés por explorar de qué manera los diferentes tipos de lenguajes (oral, escrito, audiovisual) cambian nuestra forma de percibir el mundo. El darme cuenta que los seres humanos somos eminentemente comunicacionales y que nos definimos a través de nuestras relaciones con los demás, me llevó a seguir ampliando mi formación académica a través de posgrados en comunicaciones. 

Los estudios en comunicación tienen la ventaja de ser transdisciplinarios. Recordemos que como campo de estudio, la comunicación, surge después de los años 40, pos-guerras mundiales. Los primeros investigadores en comunicación fueron filósofos (Theodor Adorno), psicólogos (Carl Hovland), o sociólogos (Paul Lazarsfeld o Erving Goffman). Este origen transdisciplinario se sigue manteniendo. Existe todo un debate epistemológico de si el campo de las comunicaciones debería o no tener sus propios métodos y teorías. Yo soy de las que piensa que no, porque justamente allí radica su riqueza. 

Al realizar mi doctorado en comunicación y cultura en la Universidad de Pittsburgh, tuve una vez más la oportunidad de llevar cursos en distintas disciplinas porque el programa de estudios así lo permitía. Me sentí casi como en mis primeros años universitarios, llevando esta vez cursos de retórica, literatura andina, historia latinoamericana, cine, teoría de medios, entre otros. 

Algo que llamó mi atención fue que los profesores que dictaban en el departamento de comunicaciones de la Universidad de Pittsburgh pertenecieran a disciplinas distintas, y lo que hacía que formaran parte del departamento de comunicaciones era el objeto de estudio de sus investigaciones, no así su formación académica. Por ejemplo, el que fue mi asesor de tesis, es historiador especialista en estudio epistolar en New England durante el siglo XVIII. Su trabajo de archivo minucioso requería también paciencia, constancia y disciplina como el trabajo de laboratorio, sólo que esta vez, la unidad de análisis no eran las muestras de sangre, sino el corpus epistolar, y su objeto de estudio era comprender cómo había sido el proceso comunicativo en una comunidad a través del género epistolar en un contexto y tiempo determinado. 

Mi tesis de doctorado, guiada por mi asesor, fue un estudio sobre las cartas de nuestro escritor José María Arguedas, quien además de novelista y poeta, fue antropólogo, educador, promotor de música andina y gran comunicador. A través de las lecturas de sus cartas descubrí que Arguedas fue un investigador pionero en la comunicación intercultural en nuestro país. Tenía una capacidad para relacionar, conectar y moverse en distintos ámbitos sociales y culturales, a la vez que plasmaba sus conocimientos en distintos registros (artístico-musicales, literarios, antropológicos, educativos). Me identifiqué con la aproximación al conocimiento que tenía Arguedas, esa capacidad de moverse a través de distintas disciplinas académicas, ya que ello nos permite tener flexibilidad en el manejo teórico y metodológico que aplicamos en nuestros estudios sobre cualquier proceso comunicativo. 

Arguedas confiesa en sus cartas que le incomodaba la vida académica rígida y encontraba limitantes las herramientas metodológicas para la investigación antropológica de su época. Quizá por ello se sentía más cómodo al plasmar su conocimiento a través de un lenguaje artístico, pues el arte permite un modo de expresión más integrador y eso es lo que mejor hacía Arguedas: integrar, conectar, relacionar, a través de métodos no convencionales y poco entendidos en su tiempo. Si lo pensamos un poco, un investigador en comunicaciones debería emular a Arguedas, quien siempre rompía las barreras disciplinarias y utilizaba estratégicamente diferentes tipos de metodologías con el fin de comprender la realidad social y cultural del Perú.

Me siento confortable realizando investigaciones relacionadas a los procesos comunicacionales justamente porque me permite integrar conocimientos de distintas disciplinas. Ya con mi doctorado bajo el brazo, tuve la oportunidad de entrar al departamento de Comunicaciones de la PUCP a enseñar el curso de Seminario de Investigación a alumnos de pregrado con el objetivo de que hagan su tesis. Esta experiencia, en la que ya llevo diez años, me ha mostrado que se aprende a investigar en comunicaciones enseñando a investigar en comunicaciones. Siempre había escuchado que uno aprende enseñando, y en el caso de un curso como Seminario de Investigación, puedo decir con certeza que uno aprende a investigar junto con el alumno que investiga. No se trata en realidad de un mero acompañamiento, sino de aprender del tema que investiga el alumno y de cómo lo investiga. 

La investigación es un proceso creativo, y aunque hay ciertos parámetros que seguir, cada estudiante tiene un propio proceso de descubrimiento de aquello que le motiva investigar. En el diálogo con el/la alumno/a compruebo que la creatividad en la investigación es fundamental. No es suficiente cumplir con una estructura metodológica. Y es justamente esa parte creativa que pone el alumno la que más me enseña sobre investigación, porque no hay recetas establecidas. Constantemente hay que innovar, adaptar, y relacionar teorías y metodologías, con criterio adecuado, a nuestros objetivos de investigación.

Ahora valoro muchísimo lo que en algún momento me pudo parecer una equivocación vocacional, pues toda mi formación interdisciplinaria me ha resultado útil. Mi paso por distintas carreras universitarias me ha mostrado que los aspectos básicos de toda investigación son los mismos: capacidad de asombro que nos permita realizar preguntas, creatividad, curiosidad por explorar nuevos conocimientos y tener un objetivo claro; luego se requiere mucha paciencia, constancia y disciplina. Lo que cambia es el objeto de estudio, éste puede ser un proceso genético o un proceso comunicacional, pero la actitud del investigador es siempre la misma: maravillarse de aquello que desea comprender mejor y encontrar un método que le permita responder sus preguntas. Sin embargo, repito que lo que para mí constituye la ventaja epistemológica de las comunicaciones es que se alimenta constantemente de otras disciplinas.

Concluyo esta historia de la ruta que me ha llevado a enseñar/aprender a investigar en comunicaciones, con el agradecimiento de formar parte de esta aventura que es Comunica Investiga Lab, un espacio que era necesario crear en nuestra Universidad, ya que busca estimular y orientar el potencial investigativo que todxs los alumnxs tienen de una manera más horizontal. En Comunica Investiga Lab, todxs juntxs aprendemos-enseñando y enseñamos-aprendiendo a investigar. Todxs somos profesores y alumnos a la vez. 

Gabriela Núñez
Miembro fundador

Esta insignia especial tiene el honor de ser entregada a lxs integrantes de la primera edición del Lab, quienes no solo evidenciaron rigurosidad académica durante el proceso de investigación, sino también valentía y perseverancia para aventurarse a ser parte de nuestra primera comunidad de investigadorxs. Quienes posean esta insignia tienen la oportunidad de incorporarae como parte del equipo organizador. Siempre serán bienvenidxs y recordadxs por toda la comunidad de Comunica Investiga Lab.
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