Durante mis primeros años en la universidad, aprendí lo que significaba investigar sola. Al inicio, era un poco frustrante. No sabía cómo empezar. Tenía muchas ideas sin ordenar. Y los constantes autosabotajes que me impedían avanzar formaban parte de este proceso que luego se tornó a uno más introspectivo. Buscaba maneras de reencontrarme y poco a poco logré consolidar un balance entre mis avances y retrocesos. Con el tiempo, me acostumbré a aprender por mi cuenta. La soledad se volvió una amiga más, pero sentía que algo me faltaba.
En el 2017, seguí pasando por este proceso cuando estudiaba Antropología. Me gustaba mucho ir a la biblioteca, leer, organizarme, redactar, todo sola. Sin embargo, todo esto cambió a partir del 2018 cuando decidí trasladarme a la especialidad de Comunicación para el desarrollo. Recuerdo que mis primeros semestres fueron difíciles: todos mis trabajos académicos eran grupales hasta los de investigación. No entendía por qué me costaba tanto aceptarlo. Seré muy honesta. Al principio, no me agradaba la idea de compartir saberes hasta que me di cuenta que el “aprender sola” lo había convertido en una forma de satisfacer mi necesidad de aprobación frente a la competencia que existía en mi entorno. Fueron mis amigxs que con el tiempo me ayudaron a salir de ese esquema de aprendizaje.
Así, logré entender paulatinamente lo que significa investigar en equipo. Es un proceso muy diferente. No es solo el típico “bueno, nos dividimos: esto tú y esto yo”. También implica iniciar charlas y reflexiones constantes de nunca acabar, que a veces pueden tornarse en “conflictos”, pero justo son estos puntos de “quiebre” donde creo que pueden ser la oportunidad de afianzar no solo conocimientos, sino también lazos.
En estas semanas de investigación, Romina y yo hemos aprendido a acompañarnos la una de la otra en nuestros propios avances y retrocesos. Es así cómo pude resignificar el investigar en equipo como un proceso en compañía donde nos empuja a aceptar nuestros propios ritmos de aprendizaje, a apoyarnos frente a los obstáculos tanto personales como profesionales que tenemos cada una y, sobre todo, a dejarnos ayudar.
Muchas veces se nos ve a lxs investigadorxs como seres fríos, racionales, que solo buscamos resultados para satisfacer nuestro ego académico. Sin embargo, se nos olvida que muchxs de nosotrxs partimos de nuestras propias subjetividades y emociones. La competencia siempre estará presente en la academia, pero también considero que el conocimiento que he logrado construir es gracias a la colaboración, al trabajo en equipo. Finalmente, es más satisfactorio lograr algo en conjunto que lograr algo para recibir la aprobación de otrxs.
