Mi relación con la investigación es mi relación con los estudios de género. Mi relación con los estudios de género es mi vínculo profundo y caótico con la Sociología y San Marcos. Mi vínculo con la Sociología y San Marcos es mi búsqueda de herramientas para trabajar por y para la gente. Trabajar por y para la gente es mi motivación para estudiar Comunicación para el Desarrollo y estudiar Comunicación para el Desarrollo es mi retorno a la PUCP.
La primera investigación que realicé fue en primer ciclo, en el curso de Sociología en Estudios Generales Letras, hace casi 10 años. Esta experiencia me marcó. Fue la primera vez que escuché hablar acerca de los estudios de género, fue el momento en que tomé la decisión de estudiar Sociología. Hartmut Rosa dice que cuando resonamos con las personas, las cosas, los espacios, las tareas o las ideas se produce una asimilación transformadora, “una asimilación en la que ambos polos de la relación se transforman mutuamente” (2019, p.26). Así pasó aquella vez, esa primera investigación que hice sobre acoso sexual callejero me cambió, fue la puerta para saber que lo que di por hecho hasta los 17 años no tenía por qué ser así, para reconocer que las violencias que viví respondían a algo estructural y que no era la única, que otras mujeres y disidencias vivían constantemente estas situaciones y que luchaban y se organizaban para hacerles frente. La investigación no solo fue ese proceso para construir conocimiento público, fue un espacio para re-conocerme.
Nos aproximamos a la investigación desde quienes somos, no solo con nuestros conocimientos, títulos y grados académicos, sino también con nuestras subjetividades, nuestras historias de vida, con inquietudes que responden a aquello que nos mueve ¿Se han puesto a pensar por qué escogemos trabajar ciertos temas y no otros? Pues lo que investigamos y cómo lo hacemos habla también de nosotrxs. En mi caso, desde aquella primera investigación, en otros cursos universitarios concientemente o no, terminaba trabajando temas de género (sexismo en la prensa, transformación de las relaciones de mujeres shipibo-konibo, performance y artivismo feminista, censura del desnudo femenino en redes sociales, relaciones sexo-afectivas en jóvenes heterosexuales, experiencias de vida de trabajadoras del hogar, etc.) En esta oportunidad, junto a Pía, decidimos retomar un tema que habíamos investigado en el 2019: La fiesta transfeminista como espacio político de resistencia para jóvenes feministas y LGBTIQ+ en Lima Metropolitana.
A veces me gusta pensar que la investigación es un ente vivo, porque puede llevarte por lugares increíbles que exceden en gran medida el planteamiento inicial y exigen adaptarse. Marzo fue un mes complejo, pues si bien conocíamos empírica y teóricamente el tema que íbamos a investigar, no imaginamos la magnitud con la que la pandemia transformó el espacio de fiesta. Eran otrxs lxs participantes, eran otras las locaciones y distintas las dinámicas en el espacio. En ese momento, fue importante sincerarnos y aceptar que ese tema ya no nos resonaba. Fue entonces que decidimos cambiar. Agradezco en ese proceso el espacio de soporte y ayuda del Lab.
Al momento de elaborar una investigación, algo que me recorre ansiosamente la cabeza es nuestro posicionamiento como investigadorxs y sus implicancias éticas. Al menos en la investigación cualitativa (como la que estamos realizando), ya sea a través de entrevistas, grupos focales, observación participante o alguna otra herramienta, estamos insertxs y compartiendo con otras personas ¿Qué tipo de relaciones entablamos con ellas? ¿Cuáles son nuestras motivaciones y cómo estas dialogan con las motivaciones y necesidades de estas personas? ¿Qué les aporta nuestra investigación?
Respecto a nuestro trabajo, ahora nos encontramos en la búsqueda por concretar un nuevo tema que nos resuene y con el que compartamos, aprendamos y construyamos mutuamente. Desde hace algunos años, participo de espacios de activismo feminista o cercanos a este. El otro día, en la reunión de una de estas organizaciones, comenzamos a hablar sobre el derecho a decidir y una compañera que es mamá mencionó su sentir al respecto. Aquella intervención me hizo pensar en la necesidad de visibilizar y dialogar con las distintas experiencias de maternidad dentro del activismo feminista.
Pensar la investigación por y para la gente implica mirar la investigación como un proceso de aprendizaje y descubrimiento mutuo. Involucra revalorar otros tipos de conocimiento, como las emociones y las corporalidades y buscar herramientas para alcanzar la experiencia de estas realidades. Implica además, reconocernos como sujetxs situadxs y sintientes, que no somos indiferentes frente a las vivencias de las personas con las que trabajamos. Es esa la investigación por la que apuesto.
Espero que la búsqueda de procesos participativos y endógenos trasciendan el discurso de los proyectos de Comunicación para el Desarrollo y se trasladen también a nuestras prácticas de investigación, con conciencia crítica. De modo que podamos subvertir los relacionamientos asimétricos en la creación de conocimiento y transformarlos en procesos recíprocos de asimilación transformadora. Porque la metodología de la investigación aún es un campo abierto para reflexionar, dialogar y construir.
Rosa, H. (2019). Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo. Katz Editores.